Las dificultades para los pequeños y medianos productores en el interior del país
Por Iván Tarasconi
Superada la crisis del 2001 y habiendo retomado el sendero de crecimiento, la industria de la indumentaria fue testigo de un desarrollo plagado de particularidades respecto a su experiencia pasada. Una de sus particularidades, fue el surgimiento de pequeñas marcas de diseño nacional que crecían en las capitales de provincia como consecuencia de las mejores condiciones productivas y la revalorización social de la producción local. A su vez, estos modelos de negocio tenían la capacidad de ser más flexibles ante los cambios en los gustos de sus clientes. Mientras los nichos de consumo representaban ganancias despreciables para la gran marca de moda, los pequeños generaban vínculos fuertes con sus clientes al hablar el mismo lenguaje, interpretar sus preferencias y cambiar rápidamente al tiempo que lo hacían los gustos. Y, a medida que el mundo se hiper conectaba a través de las redes y se homogeneizaban las tendencias en el plano global, en el local se diversificaban generando más lugar para la construcción de identidades confederadas en torno a propuestas estilísticas que ya no se erigían verticalmente como un dictamen de moda. Más marcas nacionales entraron al sector de la mano de productores de pequeña escala generando mayores posibilidades para el desarrollo local, tanto en términos productivos como de identidades.
Aun cuando la idea de una distribución federal del diseño seguía resultando sumamente utópico, lo cierto era que, con el correr de los años, el alcance territorial de la producción de cada marca lograría traspasar la barrera del espacio local. En general, respondiendo a una lógica de derrame desde los territorios con las mayores capacidades productivas y centros de comercio (en donde se encuentran los menores costos de producción y la mejor tecnología), hacia las ciudades más pequeñas de interior. Aun así, el interior no solo recibiría productos de diseño proveniente de Buenos Aires, como único poco polo proveedor, sino que se podía observar cómo las ciudades del interior también eran participes en la producción y difusión de diseño.
Esta realidad, fue producto de un conjunto de variables macroeconómicas que propiciaron una diversificación sobre el sector indumentaria en términos de escalas, promoviendo la industria nacional y el crecimiento del mercado interno. Es decir, más consumidores con una capacidad ampliada de compra se volcaron al sector, al tiempo que este sector también crecía.
Inflación
Este escenario no puede ser descripto en su totalidad si no mencionamos la variable inflación. En un escenario de crecimiento, el aumento de precios es esperable y normal. Sin embargo, cuando crece el ritmo al que estos aumentan, los problemas los sufren quienes más dificultades tienen para generar estrategias para enfrentarlos. Este es el caso de los productores de indumentaria de menor escala. Además, resulta que la indumentaria manifiesta sus propias lógicas de manejo de precio que limitan su capacidad para ajustarse ante la inflación.
Cuando la expectativa inflacionaria no es introducida en la matriz de costos, los productos salen al mercado a un precio que queda rápidamente desactualizado. Cuando retomamos la producción, ya sea para reponer, generar nuevo producto o la nueva temporada los nuevos costos no solo serán cubiertos con el ingreso previsto para reinversión, sino que tendremos que sacrificar parte de nuestra ganancia. Para los pequeños productores, que luchan para lograr precios competitivos sin sacrificar calidad, los escenarios de precios variables al alza dificultan sus posibilidades de permanecer en el mercado y crecer en el largo plazo. Esto, debido a que no tienen capacidad para presionar sobre los costes de producción, por los volúmenes de compra de materia prima y de confección, haciendo que la introducción de expectativas inflacionarias en la matriz de costos y precios sea casi un suicidio comercial.
En cuanto al aspecto comercial de la indumentaria, el manejo de los precios de la mercadería expuesta limita, en la mayoría de los casos, las posibilidades de indexarlos. Debido a que la mayor parte de la indumentaria está sujeta a los procesos de la moda (queda exenta la ropa de trabajo y algunos productos estándar), el cambio en los gustos y las tendencias, institucionalizado por el cambio de temporadas, hace que el precio de las prendas tienda, indefectiblemente, a la baja desde el momento en que fueron colgadas en los pecheros. En este sentido, y con independencia de los procesos inflacionarios, las prendas inician la temporada a un precio que luego caerá bruscamente al momento de la liquidación y llega a valores cercanos del costo en el remate de saldos.
Sin embargo, lo que ha permitido mantener, hasta ahora, la estructura del mercado fue el sostenimiento de la capacidad de compra de los consumidores ante la variación de precios y la protección de la industria nacional ante la presión por el ingreso de mercadería procedente de Asia. Debido a que la indumentaria es una actividad intensiva en mano de obra, China, India o Bangladesh son algunos de los centros que hoy dominan el mercado internacional del vestido y los textiles, pagando sueldos de subsistencia a los trabajadores del sector. Resulta que competir contra la explotación es imposible e incluso, debería ser indeseable.
El problema de las telas
Cuando la variedad se paga cara, la creatividad es ley. Una de las dificultades con las cuales han tenido que lidiar los más pequeños es con lograr diferenciarse de los demás mientras trabajaban con las mismas telas. Esta realidad de muchos, ha permitido generar todo un mundo a partir de las estampas, cargando de valor a cada prenda; un valor apropiado por el productor. También ha dado lugar a la compra cooperativa ya que al trabajar los mismos textiles se podía encarar de modo grupal la compra mayorista obteniendo mejores precios que individualmente. Ha sido el diseño la principal herramienta de diferenciación, ya sea a través de la morfología de las prendas, las estampas añadidas o las modificaciones artesanales de color y textura.
Llegar a tiempo, el sueño que nunca fue
Uno de los elementos que marcó un rasgo distintivo entre las distintas escalas de diseñadores es el tiempo con el que llegaban a cada temporada. Lamentablemente, el emprendedor de indumentaria no solo se encarga de las labores de diseño y producción, también es el empresario de su propia marca, el encargado de venta y de marketing. Todos estos roles tienden a complejizar y ralentizar la tarea de diagramar las colecciones con tiempo y no perder cuotas de mercado. Esto porque, a medida que las grandes marcas lanzan la colección, los consumidores comienzan a demandar novedades en los locales comerciales. Esto obliga a tener la nueva temporada exhibida en los tiempos que definen los líderes del sector.
Pero, además, y con el fin de minimizar riesgos, muchos esperan a que los lideres locales presenten colección para basar sus ideas en los modelos y colores que ya empiezan a gozar de la aprobación social. Por ello, mientras la marca pequeña aun no sale al mercado, las tiendas ya deben satisfacer a los demandantes. Así, en los locales multimarca, los espacios cubiertos por la producción de las mayores escalas dificultan el ingreso que con posterioridad pretenden hacer los pequeños diseñadores, que en muchos casos solo se insertan como reposiciones o para complementar lo ya ofrecido.
Los tiempos que ya empezaron
Esta realidad, con sus dificultades y problemas, cambiaría drásticamente pero no para propiciar soluciones sino para profundizarla. El inicio del corriente año, tras una fuerte devaluación y la consecuente inflación que trajo aparejada, dejó un tendal de productores a su paso mientras muchos luchan por continuar en pie. Como una tormenta perfecta, se dieron un conjunto de condiciones. En primer lugar, el ingreso a la temporada de invierno siempre implica un esfuerzo mayor ya que los costos de la materia prima por unidad de producto son mayores que los de verano y, como se dijo más arriba, se sale de una temporada con precios de liquidación. Pero, en segundo lugar, la devaluación e inflación generaron un fuerte aumento de todos los materiales. Esto implica una descapitalización para el pequeño productor, e incluso para el comerciante, que debe recurrir a sus ahorros, a la venta de bienes o a un crédito si la intención es seguir con el negocio.
En mi experiencia como comerciante, este ha sido el año en el que los pequeños productores han llegado con mayores tardanzas a la presentación de sus colecciones y a la entrega de producto terminado. Con escasa entrega en marzo y algo más en lo que va de abril, el escenario parece poco alentador. A lo que se suma una realidad general de estancamiento en las ventas y un aumento constante de los gastos fijos de los hogares.
Pero el mayor problema para el sector parece estar definido desde afuera. La apertura de la economía y el ingreso de importados será uno de los principales desafíos para la industria local, sobre todo para la pequeña escala. Mientras marcas como Legacy, Kevignston o Levis pueden encargar parte de su producción a los talleres de Asia (como ya lo han declarado para el año 2017), mejorar sus precios de venta y la salida al mercado, para los más pequeños significa perder la capacidad de competir en precio y calidad, al tiempo que se sigue poniendo en jaque al trabajo de los confeccionistas locales.
Sin embargo, y de cara a los hechos insoslayables que el sector ha mostrado en plano internacional y nacional, el pedido general por una industria textil social y ambientalmente responsable es innegable. El consumo responsable absorbe cada año una porción de mercado mayor y es ahí donde la creatividad del diseño debe ponerse en juego. Si cada vez resulta más difícil competir contra marcas que gestionan productos por volumen y precio, y aquellas con las que compartíamos segmentos de clientes hoy deciden operar mediante la tercerización foránea de la producción, la apuesta por el mercado interno debe estar vinculada con mayor énfasis en la solución de problemas. Donde el diseño no solo permita incorporar valor sino mitigar, en parte, los efectos no deseados que ha tenido el desarrollo de la industria.
La necesidad de pensar estrategias, tendientes a garantizar la permanencia en el mercado, minimizando riesgos y otorgando alguna posibilidad de crecer, no puede desatender la necesidad de pensar en nuevos modelos de negocio. Modelos donde las restricciones que suponían las variables social y medioambiental no generen un impedimento sino más bien sean incorporadas a la empresa como valores rectores, producto de la adaptación hacia los nuevos tiempos. Quizás esta mirada nos permita trascender las barreras locales, pero no solo de nuestras ciudades sino del país.
Lic. Iván Tarasconi
Iván Tarasconi es Licenciado en Economía dedicado al estudio del sector de la indumentaria.
Su experiencia docente es muy amplia, pero en el sector Indumentaria ha dictado Seminarios sobre “La moda como negocio” , “La Moda como emprendimiento” e “Inflación y moda”. Es docente del Curso de Posgrado “Diseño de indumentaria. Nuevos paradigmas en el diseño de moda” dictado en FAUD, UNC en 2014 y 2015. En su actividad privada es propietario de la marca Nebraska y del comercio Loca como tu madre, desde donde impulsa emprendimientos locales y regionales.
Participa activamente en congresos, seminarios, jornadas, coloquios y cursos en carácter de disertante y asistente. Ha escrito sobre Mercado y Moda en revistas y blogs especializados.
Este texto académico es parte del contenido del curso de Posgrado Diseño de Indumentaria FAUD-UNC/INTI. La propuesta de formación académica en Diseño de Indumentaria Programa INTI + Red Interuniversitaria de Universidades para la Enseñanza del Diseño de Indumentaria (Red integrada actualmente por las siguientes universidades: UNAM, UNT, UNL, UNC, UNMP, UNSJ, UNNOBA, UNCOMA), busca contribuir en la formación de diseñadores que poseen emprendimientos o trabajan vinculados a la indumentaria con el claro objetivo de incentivar el desarrollo de bienes y servicios innovadores y de calidad.
Posgrado Diseño de Indumentaria FAUD-UNC/INTI
Imagen superior: Universidad Nacional de Córdoba
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