La moda es el sitio ideal para visibilizar una causa, un rostro, mil cuerpos, siluetas, sexualidades, utopías, reclamos, mutaciones, y también… indumentaria. Es parte de su esencia, y en particular lo es desde el avance voraz del consumismo en las últimas dos décadas. En su capacidad de dar a conocer “lo nuevo, lo distinto, lo sublime y lo horrible” la ayudan esencialmente los medios de comunicación, Internet y sus redes sociales.
Es lógico que el principal canal de difusión de la “Fashion Revolution” sean las redes sociales, donde el poder moderno de la comunicación se despliega desde el ciudadano y consumidor, quien será vital para impulsar un cambio en el paradigma de la moda.
Esta iniciativa global que tiene chances de impulsar una auténtica revolución en la moda, aspira a reunir a todas las personas y organismos interesados en que la industria de la moda valore en la misma medida a la gente, al medio ambiente, a la creatividad y las ganancias.
Es decir: una moda sustentable que permita que las personas que trabajen en esta industria, lo hagan en condiciones dignas y no de esclavitud moderna. Que los materiales que utilice para las prendas sean renovables y no contaminantes. Que el diseño sea valorado como un factor más del capital de las empresas, y que las ganancias sean parte de esta ecuación, no concebidas para su maximización al costo de los tres factores anteriores.
El 24 de abril de 2013 sucedió una tragedia, evitable. Murieron 1.134 personas al derrumbarse el edificio Rana Plaza en Bangladesh, donde había cuatro pisos en los que se fabricaba ropa para empresas como el Grupo Benetton. El día anterior, se habían detectado importantes grietas en el inmueble y sin embargo, a los empleados se los exhortó a retornar a sus puestos de trabajo el 24 de abril.
Foto: Munir Uz Zaman/AFP/Getty Images / The Guardian
Fue un récord de víctimas mortales, a consecuencia de condiciones indignas de trabajo, que concentró la atención pública mundial y la intervención posterior de organismos internacionales.
Algo similar sucedió un siglo antes, con menos víctimas aunque repercusión afín en cuanto a la globalidad del impacto y los cambios en la legislación de trabajo. Fue la tragedia del 25 de marzo de 1911 en Nueva York, que impulsó la instauración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, luego unificado con otras iniciativas en el Día Internacional de la Mujer (8 de marzo).
Trabajadoras de luto por sus colegas perdidas en el incendio de la Triangle Shirtwaist Factory 1911 Foto: Kheel Center for Labor-Management Documentation and Archives, Cornell University Library
En esa ocasión, un incendio se había desatado en la fábrica confeccionista de blusas Triangle Waist Company (también conocida como Triangle Shirtwaist Factory) que empleaba sobre todo a costureras inmigrantes, judías e italianas. La mayoría de las 146 víctimas mortales eran mujeres. La tragedia derivó en cambios legislativos en las normas de salud y seguridad de la industria en EEUU.
Es responsabilidad del mundo actual que el desastre del Rana Plaza derive como mínimo en cambios positivos y tangibles para la industria de la moda, con el objetivo de máxima de que en las próximas dos décadas se transforme en sustentable.
Foto: People Tree
Una de las formas para concientizar al respecto es el Fashion Revolution Day, cada 24 de abril, día en el que mundialmente se realizarán acciones vinculadas a divulgar qué es la moda sustentable. La acción más visible es la de los consumidores que se sacan selfies con su ropa puesta del revés, señalando sus etiquetas para lanzar el interrogante: QUIÉN HIZO MI ROPA.
La plataforma local, Fashion Revolution Argentina, espera contar con la participación de medios de comunicación, personalidades influyentes y blogueras, así como todos los consumidores que se quieran sumar con selfies.
https://www.facebook.com/FashionRevolutionArgentina
Nuestra contribución desde La moda en serio a este segundo Fashion Revolution Day será divulgar información útil, inspiradora y vinculante. Valoraremos recibir vuestros aportes.
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