El rol del diseño
Este año dos encuentros internacionales de diseño propusieron manifiestos en torno a su rol actual, dándole lugar a las dudas y a la autocrítica. ‘La pregunta de cómo el diseño puede contribuir con un mundo mejor no podría ser más oportuna. Es un tema discutible ¿Tal vez el diseño no está para hacer las cosas mejor? Vamos a ver cómo responden las personas’, expresaba Christopher Turner, director de la primera Bienal de Diseño de Londres ‘Utopia by Design’ en una entrevista a Dezeen. Por su parte Beatriz Colomina y Mark Wigley, curadores de la Bienal de Diseño de Estambul ‘¿Somos Humanos?’ fueron un poco más allá al afirmar que ‘el diseño se ha convertido en un fenómeno cultural, con enorme interés de público generado por los medios de comunicación y las redes sociales. Pero los diseñadores han quedado atrás’. Su propuesta para la Bienal se basó en repensar el diseño tal como lo entendimos los últimos 200 años. ‘Por ejemplo, podemos mirar la crisis de los refugiados e intentar diseñar soluciones. Pero ¿No es mejor tratar de entender cómo el diseño es parte de esa situación? ¿Cómo diseñamos esta situación? Para eso, se necesitan mejores conceptos de diseño.’
Dentro o fuera del establishment, diversas ONG como Index Design to Improve Life o What Design Can Do, promueven el rol social del diseño apoyando iniciativas individuales que aportan a resolver los problemas más urgentes que enfrenta la humanidad, sociales o ambientales.
El diseñador brasileño Marcelo Rosenbaum propone un nuevo paradigma de diseño para América Latina a través del movimiento La gente Transforma: diseñar atendiendo las tradiciones y los saberes ancestrales de las comunidades originarias, celebrando la creatividad y la diversidad de esta región del planeta.
Imagen superior: campaña Colección Toca, La Gente Transforma. Modelo: Carol Trentini – Foto: Fabio Bartelt
La gente transforma
Marcelo Rosenbaum estudió arquitectura y antes de llegar al final de su carrera empezó a trabajar. Su mirada siempre estuvo puesta en las personas, pero en aquel entonces sentía que no estaba desarrollando todo su potencial. Un programa de televisión en el que se reformaban las viviendas de las personas más pobres le permitió recorrer todo el país y difundir la identidad de cada región. ‘Las personas muy pobres en Brasil tienen una relación distante con la casa, es un abrigo. Cuando yo les entregaba una casa nueva y digna, la entendían como lujo, siendo que era lo mínimo que un ser humano necesita para vivir.’ A partir de esta experiencia decidió que seguiría trabajando con el diseño y la comunicación como herramientas de cambio, pero a su propio modo.
‘Cuando le contaba a los empresarios que trabajaba con artesanos, me encargaban souvenirs: muchas piezas y baratas. Yo quería hacer un trabajo profundo con las comunidades. Imaginé que podía aplicar las dimensiones que había conquistado en mi trabajo anterior, sumado a mi pasión por la artesanía, la cultura popular y la comunicación. Así nació el movimiento La gente transforma. Usamos al diseño como herramienta de transformación, mirando las tradiciones, la ancestralidad, los saberes de la comunidad. Diseño es proceso, es la forma de trabajar, no es un estilo. Es la forma de contar una historia, de conectar con las personas.’
Momento de reparar
‘En Brasil creemos que fuimos descubiertos y eso es algo muy peligroso. Cuando descubrimos algo, significa que antes no había nada, así 30.000 años de cultura fueron absolutamente dejados de lado. Toda nuestra historia empieza en el 1500, cuando llegaron los portugueses. Los afrodescendientes son como un hueco. Brasil fue el país que recibió el mayor número. Vinieron para trabajar, sin nombre, sin patria, sin familia, no podían relacionarse con los otros. Vinieron para construir el país. Por otra parte, los indios son indios, no existen. Nadie estudia sus saberes, alquimias, culturas. Cuando hablamos sobre ellos decimos: los indios pescaban, los indios cazaban… todo en tiempo pasado. La construcción que coloca al indio en Brasil como a una persona que es parte de la sociedad, es de ahora, en 1978.
Hablar de los indios es hablar de magia. Trabajan con la naturaleza, comprenden todo el movimiento de la tierra, la aman así como nosotros podemos amar a un padre o a un hermano. En ellos es natural amar a las piedras, el agua. Lo mismo ocurre con los afrodescendientes.
En América Latina existe una vibración de dolor, de no hablar de las tradiciones; es una energía. Creo que este es un momento importante para reparar, para curar. Hablando podemos transformar, porque a partir de saber, de conocer, es que empezamos a respetar.’
Unidades productivas versus universidades de saberes
El creador de La gente Transforma sostiene que considerar a las comunidades ‘unidades productivas de artesanías’ es una nueva forma de colonización. ‘Las miramos a partir de lo que nosotros necesitamos en la ciudad, creyendo que ellos tienen que estar como estamos acá: sin naturaleza, sin tiempo, tomando algo para dormir, para recordar, para trepar, para tener sexo, y viviendo la fantasía de una vida feliz. Vamos a la comunidad y les pedimos 500 piezas baratas para luego decir que los indios no saben trabajar, que son vagabundos.
En nuestro movimiento creemos en otra forma de trabajar. Estamos aprendiendo juntos con las comunidades. Es tiempo de descolonizar, la gente se transforma con otra gente. Cuando las personas se conectan con sus ancestros, con su vocación, es un movimiento divino. Creo que es una experiencia espiritual en un sentido no religioso, de conexión. Trabajar con las comunidades atendiendo la vocación, puede ser un gran movimiento de transformación y cura. La generación de dinero es importante para la libertad, pero la libertad de ganarlo con saberes que vienen de sus ancestros es mucho más potente, porque trae autoestima. Los saberes y las tradiciones ancestrales aplicados a la economía creativa pueden abrir un gran camino.
Ir a la comunidad para ayudarla es una mirada asistencialista, la deconstrucción consiste en aprender junto con las comunidades.’
Hacer para usar
‘Nuestra cultura es trabajista: quien produce no puede tener los objetos para sí. Quebrar el ciclo de «hacer para vender» es algo muy profundo. Por ejemplo, mediante la política pública Primera Infancia que existe en el Amazonas, comenzamos a hacer juguetes. En las casas no había juguetes, pero ningún niño se animaba a tocar los que estaban hechos para vender, era trabajo y les enseñamos que el dinero es sagrado. Hoy los niños juegan y aprenden con lo que las comunidades producen de acuerdo con sus tradiciones, sus animales. El Estado compra la producción. La transformación que tiene lugar a partir de la compra de los juguetes, el significado de ese juego, no tiene valor. Sana de verdad. Eso es diseño para nosotros, es una oportunidad, no se trata solo de llegar a la comunidad mirando las necesidades del mercado.’
Foto: La gente Transforma, Várzea Queimada
La experiencia en Várzea Queimada
Várzea Queimada es una comunidad de 900 habitantes formada por afrodescendientes que huyeron de una finca y los indios, con los que formaron familias. ‘No es buen negocio ser negro o indio en Brasil. Son muy pobres, pero absolutamente ricos. Las mujeres trabajan con paja, sus abuelas hacían cestas para poner la comida. Eran cestos grandes que se iban enrollando para disminuir su tamaño cuando terminaba la tarea.’
Rosenbaum llegó a la comunidad con la idea de hacer un trabajo colaborativo junto a su equipo y unos 25 estudiantes de arquitectura y diseño. Pasaron varios días hasta que pudieron identificar alguna pieza creada con técnicas ancestrales, un miembro del grupo encontró una cesta en la casa de una señora de la comunidad. ‘Es basura, lo iba a tirar’, respondió la mujer cuando le preguntaron sobre el objeto. ‘Hoy las cestas son parte del Patrimonio Inmaterial de Brasil, generan dinero para la comunidad, atraen al turismo. Se está trabajando en un plan de cuidado de la tierra y reforestación y en la creación de un museo.
‘Del mismo modo que Várzea Queimada miraba a su cesta, nosotros miramos a las culturas originarias. La cultura está viva, es dinámica. No es la misma cesta debido a la intervención de diseño. Hoy las mujeres hablan de sus abuelas, recuerdan cómo las hacían, y más aún, sienten orgullo. Antes, conectar con lo que hacían sus abuelas era pobreza, consideraban que poder comprar un canasto de plástico hecho en China era progreso. Ahora no.’
La experiencia en Perú
Marcelo Rosenbaum llegó a Perú invitado por el Mincetur – Ministerio de Comercio Exterior y Turismo- para participar de Casa Cor. La misión fue la de resignificar la artesanía para la decoración. Trabajó con 30 comunidades de las tres regiones naturales peruanas: selva, sierra y costa.
Proyecto CasaCor, Perú 2015 – La gente transforma
‘Lo primero que hicimos fue recorrer las casas preguntando ¿Qué hacía tu abuela? Siempre hay algo, un recuerdo. Notábamos que muchas veces habían dejado de hacer sus cosas porque no encontraban al público adecuado, los turistas compraban piezas por 2 dólares. Por ejemplo, conocí a unos artesanos que hacían unas pequeñas tinajas. En el patio de su casa encontré una enorme, quebrada; antes las usaban para preparar chicha (bebida artesanal). Les propuse volver a hacerlas en ese tamaño, aunque sea más difícil y lleve más tiempo. El director del Museo de Lima organizó una subasta para la alta sociedad y de las piezas vendidas, una parte fue para la comunidad y otra quedó para el museo (algunas piezas alcanzaron los 14.000 dólares). Pero lo más importante fue el cambio: otro público pudo mirar a la artesanía de una forma que no fuera un souvenir.’
La fuerza de la selva
La gente transforma llegó a la comunidad Yawanawá de Acre, al noroeste de Brasil. Se encontraron con que allí no había recuerdos, por lo que el verdadero trabajo por hacer es conectar a las personas con sus tradiciones. Hicieron unas lámparas replicando una técnica que la comunidad aplicaba en unas pulseras, pero no resultaron como esperaban. En parte por el precio y las grandes distancias a recorrer pero fundamentalmente porque no era su vocación. Pero llegar con el movimiento despertó la necesidad de mejorar las viviendas.
Lanzamiento del Projeto Habitação Yawanawás, 2016 – La gente transforma
`Las casas actuales son producto del miedo, de la masacre cultural. Ellos originalmente vivían todos juntos, bajo un mismo cosmos. Con la separación llegó el miedo. Nos propusimos pensar en una morada que mire al futuro pero a su vez traiga lo mejor de los ancestros. Empezamos a hacer un trabajo de co-creación, con tecnología, permacultura, energía solar. Están muy lejos, todo llega por barco, su energía, los medicamentos, son los más caros de país.’
El proyecto se auto abastece de materiales locales e incluye programas de protección de la selva amazónica. El gobierno no aprobó el prototipo original (el lobby de la industria del concreto es muy poderoso), pero acudieron al parlamento y lograron algunas modificaciones. Hoy están trabajando en un nuevo prototipo. ‘En la comunidad estamos trabajando con un concepto: la universidad de los saberes ancestrales y espirituales con la idea de recibir a las personas que quieran aprender y recibir la cura chamánica. Empezamos una relación, un entendimiento, que es lo más importante. Es un aprendizaje aceptar que tal vez no es el momento de hacerlo. Tenemos que estar preparados para que algunas cosas no salgan. En el camino se va construyendo la relación y la confianza.’
Diseño esencial: un modelo de gestión
‘Hoy tenemos una metodología. Las empresas nos contratan para aplicarlo en otros proyectos. Con herramientas de comunicación, integrando marketing y responsabilidad social. Ahora que en el Instituto lo tenemos más claro, podemos establecer relaciones institucionales con las empresas y el Estado. En la Universidad de San Pablo dictamos un seminario de 6 meses de Diseño esencial. Al terminar vamos a trabajar a una comunidad o a una región a hacer la experiencia y aplicar la metodología del movimiento.
El producto tiene que ser sexy, miremos lo que hace Hermès, por ejemplo. Ofrecen un producto caro hecho a mano, porque esa es su tradición y su capital y lo comunican de esa manera. En nuestra región tenemos la tradición, los productos hechos a mano y hacemos souvenirs. Necesitamos una marca como grupo, con los artistas y sus saberes. La marca de artesanía latinoamericana, los saberes de nuestro pueblo.’
Proyecto A Força da Floresta, la mitología y cosmología de los Yawanawás aplicado al diseño contemporáneo. Foto: La gente transforma
El encuentro en Buenos Aires
Esta presentación de La gente transforma se dio en el marco de un encuentro de Marcelo Rosenbaum con un grupo de emprendedores, diseñadores y gestores culturales argentinos que vienen trabajando con comunidades y saberes locales.
‘La idea de reunirnos entre pares y diseñadores (y periodistas invitados) es intercambiar ideas, pensar esta metodología y compartir las que tenemos acá’ dijo Germán Lang, Coordinador de Diseño Subsecretaría de Economía Creativa. ‘También, para que nos conectemos pensando en trabajar de una manera mancomunada, de intercambio. Pensar desde nuestra idiosincrasia el vínculo entre el diseño y la artesanía, ver cómo podríamos adaptar la experiencia de Marcelo en el intercambio con otros países de la región. Algunos como Brasil o Colombia tienen modelos y formas de trabajo más consolidados, así como nosotros a su vez tenemos nuestras particularidades para compartir y potenciar (como la producción a escala humana y la subsistencia de los proyectos más allá de los vaivenes económicos).’
Esta actividad inauguró la ‘Casa Creativa del Sur’ -Carlos Pellegrini 1285, Ciudad de Buenos Aires-. ‘Un espacio abierto e inclusivo, para investigar, producir, experimentar. Será un laboratorio de innovación cultural, un espacio para conectar a emprendedores culturales con posibles mentores y para gente inquieta, a la que le preocupan estos temas’, lo definió Andrés Gribnicow – Subsecretario de Economía Creativa del Ministerio de Cultura de La Nación.
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