El próximo 24 de abril se cumple un nuevo aniversario del derrumbe del edificio Rana Plaza – Savar, Bangladesh- en el que funcionaban fábricas textiles. Han pasado tres años de la tragedia que provocó la muerte de 1.134 personas y dejó heridas a más de 2.400. Para muchos actores y amantes de la moda ese día fue un punto de quiebre, un antes y un después.
Imagen superior: Fashion Revolution
Una de las primeras reacciones en difundirse aceleradamente gracias a las redes sociales, fue la iniciativa de Carry Somers: Fashion Revolution Day.
“Creemos que 1.134 son muchas personas para perder en una sola fábrica, en un solo día terrible sin que esto conduzca a un cambio revolucionario en la industria de la moda. Rana Plaza fue una llamada metafórica a la acción”, relató Carry Somers en una reciente entrevista para The Huffington Post. En los últimos tres años, Fashion Revolution llevó adelante una conversación global sobre los problemas sociales y ambientales que enfrenta la industria de la moda. “Nuestro principal logro ha sido la sensibilización de los amantes de la moda en todo el mundo. El 24 de abril, nuestro hashtag #whomademyclothes –quien hizo mi ropa- tuvo un alcance de 63 millones de impresiones con 124 millones de impactos potenciales; fuimos tendencia mundial en Twitter ese día. “ agregó Somers
Transparentes por convicción y/o por necesidad
A medida que los efectos negativos que la moda y la industria textil tienen sobre el medioambiente y las personas fueron ganando conocimiento público, comenzó a revelarse también la magnitud del problema y la complejidad de las soluciones. Desde Rana Plaza hasta hoy, se multiplicaron las voces que buscan instalar el tema en la agenda política y mediática. Con ciudadanos cada vez más conscientes, la transparencia se va instalando como una necesidad para la industria, más que como una aspiración.
Al parecer ninguna marca quiere quedar afuera de este movimiento hacia la moda ética que para la visión de algunos, puede no ser más que una tendencia que pasará como antes pasaron otras. Fi Anderson en su investigación sobre Greenwashing para Not Just a Label, advierte irónicamente que ‘hasta Karl Lagerfeld estuvo dispuesto a agregar un poco de virutas madera y corcho a una colección de Chanel en un intento de parecer eco-consciente.’
La periodista Silvina Vitale vincula a esta necesidad de ‘ser éticos’ con los hábitos de consumo de los Millennials: “La moda ética, más allá de ser una preocupación moral de todos, también es una demanda de las nuevas generaciones. Los Millennials son los jóvenes adultos de 16 a 35 años y a pesar de estar comprendidos en un rango etario tan amplio, comparten actitudes y formas de consumo. Están hiperconectados, hiperinformados y son consumidores conscientes. La tendencia de consumo en ellos va hacia ese lado, se preocupan por cómo está hecha la ropa que usan y necesitan respuestas transparentes por parte de las marcas, lo exigen. Quieren saber cuál es el compromiso real de las marcas con la sociedad.” Presentación de la colección colectiva Utopía de HG junto a Fiske Bolivariana, Jardín Espampas y Luma Baez.
En este mismo sentido, el reporte de Harvard Business Review ‘Las marcas de lujo ya no pueden ignorar la sustentabilidad‘, sostiene que el 88% de los Millennials y la Generación X del Reino Unido y Estados Unidos, cree que las marcas necesitan hacer las cosas bien, no sólo ‘menos mal’, según el informe ‘Predicciones para la Industria del Lujo 2016’ de Positive Luxury. Diana Verde Nieto, fundadora de Positive Luxury y autora principal del documento, concluye que la sustentabilidad y la Responsabilidad Social Empresaria ya no son atributos agradables y deseables para una marca, ahora son requisitos.
A río revuelto
Las marcas vienen respondiendo a la demanda de transparencia con estrategias de comunicación diversas: lanzamientos de colecciones cápsula, asociaciones con referentes generacionales o influencers, adhesiones a fundaciones y ONG comprometidas con causas ambientales y sociales, campañas de reciclaje de materiales, reportes públicos de sustentabilidad, proyectosde innovación de materiales y más. La lista de términos y conceptos utilizados va en aumento: ético, verde, eco, sustentable, sostenible, responsable, bio, orgánico, amigable con el medio ambiente, trabajo limpio, fair play, reciclado, reutilizado, rescatado, artesanal, perdurable y sigue.
Como sostiene Orsola de Castro, cofundadora de Fashion Revolution, «el conocimiento sigue siendo el arma principal para iniciar un proceso de cambio positivo». Para los ciudadanos comprometidos e interesados en saber ‘quién hizo su ropa’ resulta cada vez más difícil discernir entre los mensajes auténticos y los engañosos.
Más allá de las campañas oportunistas y las mentiras -que las hay- lo cierto es que aunque quieran, las grandes marcas no pueden ejercer los controles necesarios sobre la totalidad de su cadena de producción en un sistema globalizado como el actual. «Es cierto que la cadena de suministro no es tan simple como parece, con proveedores que a menudo subcontratan secretamente el trabajo a otras fábricas o a trabajadores a domicilio que tienen poco acceso o conocimiento de los derechos laborales. De hecho, el 71% de las empresas cree que existe la posibilidad de que alguna forma de esclavitud moderna tenga lugar en alguna etapa de sus cadenas de suministro’ dijo Martin Buttle de Ethical Trading Initiative (organización que reúne a varias de las tiendas en cadena más grandes, como H&M).
Imagen: Labour Behind the Label
Organizaciones como Campaña Ropa Limpia y Labour Behind the Label se encargan de monitorear las promesas publicitarias y la información contenida en las credenciales éticas de las marcas. Sus reportes evidencian que no siempre cumplen con lo que dicen. También son denunciantes de las irregularidades y las brechas que encuentran entre los dichos y los hechos.
Es justo reconocer que las marcas poderosas son también quienes están invirtiendo más en innovación, aunque por ahora sólo lo apliquen en pequeña escala (una colección cápsula, una edición limitada, una línea de productos). Por otra parte, sus propuestas de ‘moda ética’ parecen querer convencernos de que podemos seguir comprando al ritmo con el que lo hacemos actualmente.
«Cuando estás centrado en empujar una iniciativa basada en comprar y en consumir más, no estás haciendo nada para desafiar la idea de tomar a los trabajadores textiles por máquinas.» Lucy Siegle.
Son pocas las marcas que se refieren a la necesidad de consumir menos. Comprar menos y por ende producir menos, implicaría repensar y rediseñar el sistema de la industria de la moda. El argumento más escuchado frente a la consigna “comprar menos y mejor” es la potencial pérdida de puestos de trabajo que implicaría un cambio así; quienes manifiestan esta preocupación también suelen considerar que cobrar un salario miserable es mejor que nada. Nosotros preferimos pensar que ‘podemos hacer algo mejor que esto’ como dice el economista Richard Wolff en el documental de Andrew Morgan ‘The True Cost‘ que denuncia el inadmisible costo de la ropa.
Imagen: La diseñadora y activista Vivienne Westwood y su campaña ‘Comprá menos, elegí bien’.
Fashion Revolution Argentina
Fashion Revolution Argentina propone ‘un encuentro entre activistas, académicos y emprendedores del diseño’ el miércoles 20 de abril a las 17.30 hs en la ciudad de Buenos Aires.
Conferencias Magistrales:
Miguel Angel Gardetti – (Centro Textil Sustentable)
Matias Kelly (Desarrollo Social de la Nación)
Susana Saulquin (UBA)
Espacios de Debate: El Problema como oportunidad, punto de Partida – Donde comienza el Cambio – Experiencias para un Nuevo Paradigma
Actividad abierta y gratuita con inscripción.
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