Esta semana compartimos el pensamiento de dos profesores de diseño. Sus palabras se complementan y nos llevan hacia una capa de reflexión más profunda, cuestionando los paradigmas vigentes y el pensamiento de diseño. El primer relato corresponde a una conferencia del argentino Gustavo Lento, y el segundo es un escrito del sueco Otto Von Busch. Foto: Izq. Otto von Busch – Der. Gustavo Lento
Desobediencia, por Gustavo Lento
“Las cuestiones que traje tienen que ver con mis convicciones y mis principios. Luego de 30 años de trayectoria como profesor, confieso que al día de hoy me cuestiono si un diseñador nace o se hace. La práctica exitosa de la profesión no radica solo en los conocimientos disciplinarios que hacen a la materia. Claramente cuando se habla de pensamiento de diseño, lo que primero tenemos que decir los diseñadores es que partimos de principios, porque no hacemos cosas para tirar a la basura. Hacemos cosas que se integran a una sociedad, a un otro. Lo que nos importa es el otro: lo que le pasa, cómo vive, cuál es el universo del otro. Estos principios se anclan en una sociedad. No puedo llamarle diseñador a aquel que no posee principios en el marco de una sociedad, por más título que tenga.
Cuando los alumnos me preguntan porque decidí estudiar esta carrera, contesto con absoluta convicción que elegí ser diseñador porque soy un gran utópico, y tengo tal vez un espíritu bastante heroico. Siempre quise hacer un mundo mejor: más pacífico, más solidario, más ético, diverso, libre, igualitario, útil, funcional, mejor para todos. Esos son mis principios. El diseño tiene esa cualidad de hacer que todos vivamos mejor. En estos 30 años, estoy cansado casi hasta el hartazgo de que se hable de innovación de manera irresponsable. Es una palabra tan fácil, tan usada, que hasta pareciera que cualquiera puede hacerlo. Falso. Todos podemos ser creativos, pero innovar tiene otros requisitos. En los pasillos de instituciones y empresas bastante modeladas se dicen cosas como las siguientes: liderazgo, investigación, “disrupción” ¿Y saben que? Esas palabras para quienes somos diseñadores son genuinas. No descubren la pólvora con la palabra innovación.
Les quiero traer algo que les digo a mis alumnos hace muchos años: la palabra desobediencia. Una palabra que empezará a estar en los pasillos de las instituciones así como hoy lo están “innovación” o “disrupción”. El MIT –Massachusetts Institute of Technology- lanzó recientemente el concurso MIT Media Lab Disobedience Award para premiar con 250.000 dólares al diseñador capaz de ser desobediente con acciones positivas para la sociedad. Entendió que nuestra sociedad tiene normas, pautas, reglas, sobre las que es necesario reflexionar y poner en tela de juicio. Cumplirlas al pie de la letra nos demuestra que algo está andando mal, no funciona. Estamos en puertas de una posible tercera guerra mundial, tenemos nuevos ciudadanos en el mundo que no tienen país, que no tienen casa, que se alejan del hambre y la guerra ¿De qué paradigmas me están hablando, de qué reglas, de qué normas? El diseño las cuestiona, las evalúa, las analiza, las pone en tela de juicio.
¿Por qué es necesario el diseño?
El diseño relata procesos, tiene en sí mismo un relato del que somos responsables. Si ese diseño daña el medioambiente, no es diseño, es engendro. Facilita las relaciones: los objetos, las cosas, el medio, las circunstancias, están alienadas y condicionadas por objetos y espacios que han sido diseñados. Crea encuentros. Propone circularidades. Crea plataformas de cambio. Produce instrumentos cognitivos, crea conocimiento. Enlaza lo micro con lo macro, lo local con lo global, lo individual con la comunidad. Conecta lenguajes y códigos distintos, traduce experiencias de lo personal a lo colectivo. Favorece el diálogo en la diversidad y produce diversidad. Facilita los instrumentos para la comprensión y el intercambio cultural.
“Para pensar la genética de las ideas, lo primero que tenemos que saber es qué nos pasa a nosotros con esta sociedad, de ahí los cambios operativos que podamos hacer.”
Gustavo Lento es diseñador, especialista en investigación de tendencias, metodología de trabajo y desarrollo de producto. Docente en la Universidad de Palermo en el área de Indumentaria (Facultad de Diseño y Comunicación) #LENTOMODEON. Su ponencia integró la presentación del convenio académico-profesional de la Universidad de Palermo – Facultad de Diseño y Comunicación con IMB: Design Thinking (Pensamiento de Diseño) – 20 de abril 2017.
Desplazamientos del diseño, por Otto von Busch
El diseño moraliza. Sugiero un futuro nuevo y deseado, una forma específica de progreso y de sujeto al que suelo llamar “bueno”. Incluso las formas ilegales del diseño, como compartir un archivo, revisten una virtud de “justicia” compartida o liberación de datos, ya que “la información quiere ser libre”. Estos conceptos encierran muchas cosas, pero quiero destacar dos: un futuro deseado y uno no deseado. Puede ejemplificarse con la famosa cita de Buckminster Fuller:
“Nunca cambiarás las cosas luchando contra la realidad existente. Para cambiar algo, construye un nuevo modelo que haga al modelo existente obsoleto”.
¿Qué es exactamente “lo que hace al modelo existente obsoleto”? Es decir, ¿Cómo hacer para que nuestros diseños no terminen en un mercado acumulativo de ideas? Si miramos alrededor, los modelos “disruptivos” están de moda. Pero a menudo parecen estar impulsados por grandes sumas de dinero y poder. La ética y el diseño raramente hacen obsoleto un modelo existente, es el poder quien lo hace.
Los diseñadores están lidiando con la sustitución de una realidad insostenible por otra más sostenible. Debemos preguntarnos si es suficiente con “no hacer daño” para reemplazar el modelo existente. Por supuesto que queremos minimizar los sistemas insostenibles y reducir la huella de carbono y la corrupción. ¿Pero será suficiente crear un proceso con cero emisiones para reemplazar la realidad existente? O, para decirlo de manera más conmovedora ¿cómo hacen los diseñadores para tratar con realidades violentas? es decir, no sólo las malas soluciones y las cosas insostenibles, también las fuerzas que sostienen una realidad opresiva, que socava activamente la capacidad de sustituir ésto por un mejor modelo.
Se nos enseña a pensar una situación dentro de un marco de competencia funcional o económica. Pero tal vez sería más eficaz un pensamiento de diseño en términos de no-violencia. Para Gandhi, la no-violencia eficaz desplaza a la violencia; no es una negación, es una fuerza para deponer la violencia. La no-violencia no es pasiva: es activa. La no-violencia sustituye a la violencia con la paz. La paz es un proceso, una actividad, no un estado estable y tranquilo.
La paz necesita más trabajo. Si miramos alrededor, la mayoría de nuestros diseños se inscriben en procesos sociales y políticos que no apuntan hacia un futuro mejor. Mucho de lo que hacemos bajo la bandera del “progreso”, “desarrollo” o “ayuda,” se volvió en contra de la gente y el planeta en forma violenta. Aprendiendo de la fuerza activa de la no-violencia, podríamos comenzar a pensar el diseño no sólo como una oferta más de mercado, sino como una fuerza que desplaza activamente los modelos insostenibles, haciendo a los modelos violentos incompatibles e incluso imposibles.
El diseño no es solo una cuestión de sostenibilidad, es una cuestión de paz.
Este artículo ha sido traducido y resumido. Columna de abril 2017, Self Passage por Otto von Busch.
Otto von Busch es profesor de diseño integrado en Parsons, The New School for Design, Nueva York. Tiene un doctorado en diseño de la escuela de diseño y el arte de la Universidad de Gotemburgo, Suecia. Más información: Self-Passage
Exhibición y workshop de Sirja-Liisa Vahtra y Otto von Busch en Draakon Gallery, Tallinn (2004).
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